Las diferencias generacionales existen. Los trabajos actuales no tienen nada que ver con los que realizaban nuestros abuelos. Y tampoco la manera de trabajar. Pero no solo eso, la vida de ahora también es diferente a la de hace 40 años. Los jóvenes de hoy en día se tienen que buscar la vida para poder vivir, sobre todo en las grandes ciudades. Jóvenes con ideas, ganas de emprender, pero con pocos recursos. Jóvenes que deben de convivir en pisos compartidos y a los que no les saldría rentable tener una oficina propia.
En la actualidad existe un gran número de personas llamadas «freelance«. Se dedican a vender su conocimiento a empresas que lo necesitan, pero trabajando de manera autónoma. También las famosas startups, pequeñas empresas que encuentran el éxito en un abrir y cerrar de ojos. Gran parte de estas personas son jóvenes.
El coworking suele ser la mejor solución que encuentran. Espacios abiertos donde poder trabajar y que suelen contar con diferentes zonas. ¿Sus precios? Totalmente asequibles para un mundo excesivamente caro. Estos jóvenes emprendedores ven en el coworking una manera de tener la oficina soñada pero sin preocuparse por los excesivos precios de alquiler, gastos de suministro y problemas que puedan surgir. Por no hablar de la diversidad de tarifas, que se acoplan a cualquier necesidad y sin contar con las sinergias que se suelen crear en estos espacios de trabajo compartidos, en los que en cada mesa hay una mente brillante que puede ayudarte a crecer.
Las generaciones evolucionan. Los trabajos varían. Y los espacios de trabajo cambian. Y el coworking está empezando a convertirse en la nueva oficina.